martes, 6 de diciembre de 2016

Fábula El caballo y la Cabra

Vivieron en una ocasión y en una mismo establo un caballo y una cabra. Al caballo siempre le sacaban a pastar y a pasear muy temprano por un camino precioso y lleno de hierba tan fresca y rica como jamás se había visto por la zona.
Al contrario que al caballo, a la cabra la sacaban a pastar por un prado situado en un camino muy lejano y conformado por hierbas tristes y secas.
El caballo, presuntuoso y altivo, en lugar de sentir lástima por su compañera la cabra, tendía a burlarse de ella y de su situación:
  • Es increíble cómo eres capaz de pastar por esos caminos aislados y tan poco agradecidos. Yo no podría pastar donde tú lo haces. ¡Se atragantaría mi brillante y suave cuello! La buena noticia es que yo no tendré que hacerlo, porque no soy una insignificante cabra.
La cabra, por su parte, dejaba que el caballo se desahogara con sus maleducadas palabras con un sabio silencio por respuesta. Pero un día todo cambió para ambos. En el establo metieron de buena mañana a un caballo tan fuerte, que casi parecía un roble, y desde entonces, las mejores hierbas fueron para él. El caballo viejo y arrogante tuvo que acompañar en lo sucesivo a su compañera la cabra a la hora de comer, a la que tanto había humillado.
  • Así que tú no podías comer ni comerías por nada del mundo la hierba de estos caminos, ¿no? Pues no sé qué haces aquí entonces comiéndote mi preciado sustento…- Dijo la cabra irónicamente mientras contemplaba al desdichado caballo.
El caballo compendió poco a poco, junto a su compañera la cabra, que en la vida es muy importante no decir nunca el de este agua no beberé. Porque…, ¡nunca se sabe lo que puede pasar!

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