CAPÍTULO VI
En tanto reservamos para una
consideración posterior la poesía y la comedia en hexámetros proseguiremos
ahora con la discusión de la tragedia; antes de hacerlo, sin embargo, debemos
resumir la definición resultante de lo que se ha dicho. Una tragedia, en consecuencia,
es la imitación de una acción elevada y también, por tener magnitud, completa
en sí misma; enriquecida en el lenguaje, con adornos artísticos adecuados para
las diversas partes de la obra, presentada en forma dramática, no como
narración, sino con incidentes que excitan piedad y temor, mediante los cuales
realizan la catarsis de tales emociones. Aquí, por “lenguaje enriquecido con
adornos artísticos" quiero decir con ritmo, armonía y música sobre
agregados, y por “adecuados a las diversas partes" significo que algunos
de ellos se producen, sólo por medio del verso, y otros a su vez con ayuda de las
canciones. Ahora bien, puesto que los hombres representan las acciones, se
deduce en primer lugar que el espectáculo debe ser parte del todo, y en segundo
término la melodía y la dicción: estas dos son el medio de su imitación.
CAPÍTULO VII
La belleza es un problema de
tamaño y orden, y por tanto imposible en una criatura insignificante, dado que nuestra
percepción viene indistinta cuando ella se aproxima instantáneamente; o en una
criatura de gran tamaño digamos, mil estadios de largo ya que, en tal caso en
lugar de ver el objeto al instante, la unidad y la totalidad de éste se pierde
para el observador. De la misma manera, entonces, así como un todo bello hecho
de partes, o una bella criatura viviente debe ser de determinado tamaño, pero
de un tamaño captable por el ojo, de igual modo una trama o argumento tiene que
poseer cierta extensión, si bien capaz de ser aprendida por la memoria.
Respecto al límite de la extensión, en cuanto atañe a las funciones públicas y
a los espectadores, ésta no cae dentro de la teoría de la poesía. Si se
tuvieran que representar cien tragedias, éstas se medirían, según lo sucedido
en algún tiempo. El límite, establecido por el actual estado de cosas es éste:
cuanto más extensa es la fábula, siempre que resulte coherente y comprensible
como un todo, será tanto más bella en razón de su magnitud. Según una fórmula
común general, "una extensión que permite al héroe pasar por una serie de
probables o necesarias etapas de la desdicha a la felicidad, o de la felicidad
a la desdicha", puede bastar como límite para la representación de la
trama.
CAPÍTULO VIII
La unidad de la fábula no
consiste, según algunos suponen, en tener un hombre como un héroe, pues la vida
de un mismo hombre comprende un gran número, una infinidad de acontecimientos
que no forman una unidad, y de igual modo existen muchas acciones de un
individuo que no pueden reunirse para formar una acción. Se advierte, entonces,
el error de todos los poetas que han escrito poemas semejantes; ellos creen
que, porque debe ser una historia. Al
escribir la Odisea no permitió que el poema registrara todo lo que por cierto
le acontece también fingirs en la época del llamado a las armas, pero ambos
incidentes no tenían ninguna conexión necesaria o probable entre sí. En lugar
de ello, tomó como tema de la Odisea, una acción con la unidad del tipo que
hemos descrito.
CAPÍTULO IX
De lo que hemos dicho se
desprende que la tarea del poeta es describir no lo que acontecido, sino lo que
podría haber ocurrido, esto es, tanto lo que es posible como probable o
necesario. La distinción entre el historiador y el poeta no consiste en que uno escriba en prosa y el
otro en verso; se podrá trasladar al verso la obra de Heródoto, y ella seguiría
siendo una clase de historia. La diferencia reside en que uno relata lo que ha
sucedido, y el otro lo que podría haber acontecido. De aquí que la poesía sea más
filosófica y de mayor dignidad que la historia, puesto que sus afirmaciones son
más bien del tipo de las universales, mientras que las de la historia son
particulares. Por proposiciones universales hay que entender la clase de afirmaciones
y actos que cierto tipo de personas dirán o harán en una situación dada, y tal
es el fin de la poesía, aunque ésta fija nombres propios a los caracteres. Los
hechos particulares son, digamos, lo que hizo o lo que le aconteció. En la
comedia esto ya ha quedado claro, pues los poetas cómicos construían sus
fábulas a partir de acontecimientos probables, y luego añadían algunos nombres
según su capricho; ellos no escribían, como los poetas sobre personas particulares.
En la tragedia, sin embargo, se adherían todavía a los nombres históricos, y
por esta razón lo que convence es lo posible. Mientras no podemos estar seguros
de la posibilidad de algo que no ha sucedido, lo que ha acontecido es desde luego
posible, puesto que no habría sucedido si ello no hubiera sido así. Sin
embargo, aun en la tragedia hay algunos dramas sólo con uno o dos nombres
conocidos en ellos; el mucho en comprobar lo que escribía.
CAPÍTULO X
Las fábulas son o simples o
compuestas, puesto que las acciones que representan obedecen naturalmente a
esta doble descripción. A la acción simple, que procede en la forma definida,
como un todo continuo, la llamo simple, cuando el cambio en la fortuna del
héroe se realiza sin peripecia ni reconocimiento; y compleja cuando ella encierra
una u otra de estas desventuras, o ambas. Estas acciones deben surgir de la estructura
de la fábula misma, de manera que resultan ser la consecuencia, necesaria o probable
de los antecedentes. Existe una gran diferencia entre algo que acontece a causa
de esto y después de esto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario